ISSN 2250-6225 otorgado por CAICYT - CONICET (ISSN Argentina)

sábado, 28 de enero de 2012

Anatomía de la Melancolía. Reseña.

Anatomía de la Melancolía. Robert Burton.
Ed Winograd (Selección de textos e introducción: Pablo Maurette. Traducción: Agustín Pico Estrada)
            ¿Por qué leer un libro cuya primera edición es de 1621 ¿Cuál sería el agalma que un lector contemporáneo, interesado en temas de psiquiatría, de psicoanálisis, etc. tendría que ver en la Anatomía de la Melancolía? Luego: ¿Debería una reseña sobre un libro incentivar a su lectura? Ojalá. Lo cierto es que estos móviles están en las manos de cada lector, siempre un poco ingenuo a la hora de acercarse a un libro.
            En tal caso acompañaré cierta descripción o reseña del saldo que me quedó de esta lectura. Invito a los que lo hayan leído, a los que seguramente lo leerán (como sucede desde hace más de casi 400 años) a que compartan su impresión con nosotros en este blog.
            Primero hay que decir que se trata de una edición cuya selección de textos e introducción fue realizada por el Prof. Pablo Maurette y que esta última será de mucho provecho para aquellos que no conocemos tanto acerca del contexto de Robert Burton. Esta introducción comienza de con un dicho de Bertrand Rusell que tal vez no los suelte hasta el final: “Un hombre puede ser “un pesimista alegre o un optimista melancólico”[1]. Encontraran allí entre otras cosas, amigos de la historia de la psicopatología, referencias a la melancolía que arrancan con Aristóteles, pasando por la acedía, Dante y la Ilustración. Referencias, muchas de ellas, que veníamos leyendo desde la Historia de la Depresión del Profesor Norberto Conti.
            Luego hay que destacar a la obra en su conjunto. Escrita de manera elegante (la traducción es impecable, aun del latín), esta suerte de libro de consultas de Borges, se trata de un compendio del modo de vida de la sociedad del siglo XVII, en pleno barroco, para la cual el Prof. Burton encuentra el calificativo de melancólica. Modas aparte (vg.: ver la estupenda Melancholia de Lars Von Trier), el análisis sociológico y filosófico es válido para su contexto.
            (Que haya dicho tantas veces “Prof.” en estos párrafos no es azaroso, lo que conserva del barroco este texto es la precisión, abundancia y claridad en las citas.)
            “El Argumento del Frontispicio”, con sus ocho figuras, en donde reconocerán al Inamorato que está en la introducción del Depresión y Psicoanálisis que compila Emilio Vaschetto, es una lograda muestra del estilo de Burton: fineza retórica y agudeza descriptiva. Luego en el apartado que Demócrito Junior, seudónimo que eligió el autor, dedica al lector, podrán disfrutar de un encuentro entre Hipócrates y Demócrito. Encuentro de búsquedas que quedarán abiertas para que nosotros, los discursos en los que nos inscribimos y que nos inscriben, puedan decir algo al respecto.
            Recordemos que es uno de los compendios de saber de su época. Así es que luego de ubicar certeramente todo el saber médico y el funcionamiento de los órganos pasa a describir el alma sensible y sus funciones, lo motriz, lo volitivo y lo racional, entre otras cuestiones. Todo esto sin descuidar a la religión ni a ciertos espíritus, los cuales “crucifican el alma” y “vuelven loca a la gente con la melancolía nociva”[2], dice desde Tertuliano.
            Más adelante hay apartados que llevan por títulos cosas como el del “Miembro III Subsección XV: Amor al saber, o estudio excesivo. Con una digresión acerca de la miseria de los estudiosos, y de por qué las Musas son melancólicas”[3]. Allí cita a un astrólogo, Guido Bonati: “El rico médico, el honrado abogado cabalgan,/ mientras que el pobre estudioso va a pie junto a ellos”.[4] Y más tarde a Apuleyo: “Nuestros ricos han aprendido últimamente/ A admirar, comendar y acudir/ A ver y ver hablar a un digno estudioso,/ Como hacen los niños con una pluma de pavo real”[5].
            Bajo estas coordenadas, el saber de las Musas sólo se dejará apresar por Saturno. Asunto de cada lector indagar sobre sus propias relaciones con el saber y el dinero, o con el saber y el goce.
            Surgirá también, de la frondosa erudición del filósofo, una pequeña anécdota histórica y literaria: “En Hammel, en Sajonia, ann 1484, 20 Junii, el diablo, bajo la semblanza de un flautista, se llevó ciento treinta niños, que nunca fueron vueltos a ver.“[6].
            Valga este cándido desengaño para incentivar el deseo de saber, del cual no se retorna. Tal como sucedió con los niños del conocido flautista. O como podrá suceder con ustedes, si es que se dejan encantar por el Profesor Burton.
Gastón Cottino







[1] Rusell, B History of Western Philosophy 1946
[2] p217
[3] p235
[4] p249
[5] p270
[6] p216